Nadie sabe cómo ni cuándo. Pero pasó, doy fé; Una mañana cualquiera el entró por su ventana, y le tomó la boca por asalto.
Desde entonces ella no volvió a deshojar otoños, abandonó el oficio de buscar puntas de ovillo, y se dejó crecer el pelo y las flores de papel.
Cada tanto el la mira bajito, y ella se pregunta cómo fue que consiguió guardar los carnavales en una botella.
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