sábado, 10 de enero de 2009

Mercy


Cada noche desarmo las escaleras, las recorto de a poquito, como quien deshace una distancia a quebrar. Juego a inventarme puentes, miles de ellos…con destino a nuevos callejones sin salida en los que perderme…
Es que me gustan los laberintos, me gustan tus laberintos. Las trampas letales que se van construyendo mientras te imaginas en esa piel, abandonándote del resto de las cosas, resurgiendo como un puñado de días nuevos. Y nada puede hacerse; ya se te enredaron las palabras, las ganas, las vísceras y la piel,
alborotada de música y de tinta, que grita y clama por su soberanía, al saberte cercano…






Cruza la puerta, des-inventa mis puentes, laberintos, escaleras y callejones.
Piérdete conmigo.

viernes, 2 de enero de 2009


Apenas, barquitos de papel que a veces navegan, ovillos de lana roja enredados, estrellas regaladas, hoy huerfanas de noches...
Nunca amanece del todo cuando se sigue esperando. A la orilla de la ventana, un mar de recuerdos moja la cocina y yo me salpico de fotos viejas que ya nadie recuerda...

No quiero ya ese gris de los cuerpos, que buscan prendarse de una piel cualquiera, que no tienen ni tendrán jamás alas ni música en sus confesiones...me aterra el sabor de la gente sin misterios.







Hasta que la luna deje de sangrar
voy a despedir las letras que te forman
secar la tinta negra
cortar las cintitas de las fantasias que quería regalarte
silbar bajito un requiem en si bemol...

De cerca (o de lejos)

Nadie nos avisó...y supimos a que sabe el filo de una boca, la fascinación de una primera casualidad, la incertidumbre de todas las últimas, los laberintos de la habitación, el peso de la ciudad sobre nuestros párpados, los juegos, los idilios engañosos, nuestras máscaras y lo que duele estar desnudos sin poder escondernos tras ellas...si, con lo que eso duele.

Aniquilarnos de a poco (era la consigna) en cada desencuentro, en cada cita precisa que no fue...y no hay farol en la ciudad que no atesore las mentiras que me regalaste, las letras desordenadas de algun poeta moribundo, la voracidad de los minutos contados, los lamentos de la piel y de la carne, la manera mas hermosa de decirnos que no...








Nadie nos avisó; la madrugada estaba en la letra chica...