miércoles, 24 de junio de 2009

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Perdida en los subterráneos, olvidando el corazón en los ascensores, caminando a contramarcha, buscando desesperadamente a aquel que le robó los silencios. Arma y desarma los otoños, con ese olor tan a café de Buenos Aires que le dejó en la piel, con ese beso en la espalda que les quedó pendiente. Fantasea con sus manos llenas de tiempo, con la yema de sus dedos rozando su boca, desabrochando los botones de la ciudad y el último botón de su blusa azul.

Y es que el paso del tiempo nos llena la casa de recuerdos que corren por los pasillos desordenando los días y la habitación. Y es que su nombre está en todos lados y siempre sabe a nunca es tarde…











M*

2 comentarios:

  1. ...siempre sabe a cruce por casualidad (anhelos que intentan forzar a la causalidad).

    Salud señorita.

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